Conversar sobre los detalles de la vida de oficina no es necesariamente malicioso; más bien es una señal de curiosidad y sociabilidad, según Financial Times
Ya han pasado cuatro meses desde que comencé a trabajar desde casa y me gustaría decir que echo de menos las discusiones repentinas con colegas sobre la forma de la recuperación económica (U, V o W) o la creatividad provocada por una conversación espontánea. Pero eso sería una mentira. Lo que realmente extraño son los chismes: la especulación compartida sobre la frialdad de un colega y los encuentros casuales en los pasillos y las cocinas.
El trabajo remoto ha convertido a muchas conversaciones en diálogos transaccionales. Echo de menos los matices y los astutos comentarios que despertaban mi interés. Es casi imposible atraer discretamente la atención de un colega en una videollamada de Zoom.
Dustin Seale, socio de Heidrick & Struggles, nos cuenta que las cosas también están difíciles en la cima. Los líderes le dicen que no pueden «ver o escuchar los chismes sobre lo que está sucediendo en sus negocios o incluso en la industria y que están perdiendo el ‘sentido’ de cómo van las cosas».
Nunca he confiado en las personas que dicen que no chismean. Indica un complejo de superioridad, o peor, una falta de interés en las demás personas.
El chisme ha sido descrito como un acto rencoroso y descuidado realizado principalmente por las mujeres. Pero resulta que esto es un disparate sexista. El año pasado, los investigadores encontraron que «las mujeres participaban en chismes más neutrales que los hombres, y que las personas más jóvenes tendían a chismear de forma más negativa que las personas mayores». Puedes disfrazar la ventana de fichajes del fútbol todo lo que quieras, pero hay que verla por lo que es: semanas de chismes sobre cambios de clubes, a los hombres les encanta los chismes.
Megan Robbins, una de las autoras del artículo, describe a los chismes como una señal de curiosidad y sociabilidad. «Se trata de un intercambio de información; la mayoría de los chismes son una forma de descubrir lo que está sucediendo en el mundo». Une a los trabajadores, los ayuda a comprender qué comportamientos son aceptables y los aleja de los colegas poco fiables.
He tratado de involucrar a mi pareja en los chismes de la oficina. La otra noche compartí noticias de las movidas en el trabajo y observé cómo su rostro registró una mezcla de pánico (intentando descifrar si era una buena o mala noticia y preocupándose de que lo reprocharía por no prestar atención) y aburrimiento (no le interesaba en lo absoluto).
Jennifer Petriglieri, autora de Couples That Work (Parejas que funcionan), dice que tales intentos son inútiles. «Tu pareja no conoce bien el elenco de personajes en tu trabajo, por lo que no puede participar. Es la naturaleza compartida de los chismes lo que atrae a la gente. No se trata de que le cuentes una historia a otra persona; se trata de que hablen de la historia juntos».
Según la Sra. Petriglieri, también pone un estrés indebido en una pareja. El confinamiento ha hecho que la gente espere que sus parejas desempeñen múltiples roles, incluyendo mejor amigo, compañero de chismes, colega de trabajo y chef.
Cuando se trata de chismes, los eventos sociales en línea entre colegas son impredecibles. Hay competencias de talento, o de cocina donde todos se comen su propio pastel. Éstas pueden ir acompañadas de comentarios simultáneos a través de WhatsApp. Sin embargo, una amiga que trabaja en servicios financieros se queja de que en su trabajo monitorean los mensajes instantáneos y los correos electrónicos por lo que ella y sus colegas no pueden hablar tan libremente.
Las redes sociales han llenado parcialmente el vacío de chismes. Twitter, la sede virtual de reuniones, ha acaparado tanto mi atención y tiempo que lo he eliminado de mi teléfono.
Sospecho que el centro de gravedad de los chismes se ha alejado de la oficina y, se ha trasladado más cerca de casa. Un amigo confiesa estar muy pendiente de las noticias del grupos whatsaap del vecindario, que se ha llenado de chismes locales desde que comenzó el confinamiento. Otra, cuyo hijo ha regresado a la escuela, ha revocado su política anterior de ‘entregar y correr’ y ahora se queda afuera de la escuela intentando percibir cualquier pequeña señal de intriga entre los otros padres.
También hay un problema de suministro. En la era del coronavirus, los chismes se han polarizado: ya sea se tratan de noticias sombrías sobre la pérdida de empleos y sobre la enfermedad, o se han convertido en un ciclo continuo de reglas de cuidado infantil, cuidado parental, bebida, repostería y distanciamiento social.
Mis amigos que trabajan de forma autónoma insisten en que todavía podemos encontrar chismes de trabajo fuera de la oficina. Sin embargo, Alex Soojung-Kim Pang, el autor de Shorter (Más corto), quien ha considerado reducir la semana laboral, dice que las oficinas sustentan un aspecto importante de los chismes: la resolución de misterios. Se trata de convertirse en personajes de Agatha Christie para tratar de determinar “por qué Brenda de Recursos Humanos está en Starbucks con Arthur del departamento legal, o por qué dos jefes de departamento estaban discutiendo pero se callaron cuando se abrió la puerta del ascensor».