La Experiencia de Trabajar 4 Días a la Semana, made in España

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La práctica de reducir la jornada laboral sin afectar los salarios se abre paso en España, aunque por ahora pocas empresas la adoptaron; cómo lo viven los empleados, qué pasa en otros países y qué nuevos riesgos aparecen, según El Pais.

Para Sara Cabrerizo, el lunes es un día feliz. “Me levanto tarde. Voy al gimnasio o a natación con mi madre, hago recados… lo que me cuadre”, explica en la oficina de Good Rebels en Madrid. Esta agencia de marketing digital es una de las pocas empresas que en España aplican la jornada de cuatro días, con 32 horas a la semana de trabajo, en vez de 40. “Mi vida ha mejorado de forma brutal”, dice. Comparte opinión con su compañera Inés Aguilar, que no trabaja los viernes: “Estoy menos estresada. Puedo hacer cosas para las que antes no tenía tiempo, como aprender italiano”. Ambas cobran lo mismo que cuando trabajaban cinco días a la semana.

Iliana del Barrio, de 39 años, tiene dos hijos y trabaja cuatro días. “El viernes por la mañana es mi día de hacer lo que me apetezca. Antes, si quería ir a la peluquería o a lo que fuera, tenía que dejar a los niños con las abuelas. Concilio mucho mejor”. Es administrativa en EMA Competición, una academia de mecánica de motocicletas en Málaga que introdujo la jornada de cuatro días en 2019.

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Los trabajadores de la empresa granadina Grupo Deluxe, dedicada a productos para el tratamiento de agua, son aún más convincentes. “Me tendrían que pagar el doble para irme a otra empresa. Qué chasco sería volver a cinco días”, dice la administrativa Verónica Ávila, de 40 años.

La semana laboral de cuatro días se abre camino en España, aunque en un porcentaje muy minoritario: el número de empresas que se sabe que lo hacen no llega a las dos docenas. El Ministerio de Industria inició el trámite para que 150 empresas prueben el sistema, siempre sin rebaja salarial (en Telefónica o Desigual existe, pero implica menos sueldo). Hay una propuesta oficial que implica dar ayudas de entre 2000 y 3000 euros por trabajador a las empresas que se adhieran a un plan de reducción de jornada.

El objetivo es probar si la reducción manteniendo los sueldos es asumible por parte de las empresas y no baja su productividad ni sus márgenes. No son las únicas iniciativas de estas características. En el Reino Unido se acaba de poner en marcha un experimento, el mayor sobre esta cuestión, y por seis meses 73 empresas con 3000 empleados en total aplicarán el esquema 100-80-100, es decir, 100% de salario, 80% del tiempo de trabajo y 100% de efectividad. Los investigadores de varias universidades, como Cambridge y Oxford, observarán cómo responden los empleados l estrés añadido, la satisfacción laboral, la salud, el sueño y el bienestar, entre otros factores.

Desde la izquierda, Juanmi Díez, Inés Aguilar, Sara Cabrerizo, Joel Calafell y Kike Valdenebro, trabajadores de Good Rebels, consultora de marketing en la se trabaja cuatro días a la semana. Fuente: Moeh Atitar
¿Mayor estrés?

El estrés extra es uno de los principales riesgos que señalan los detractores. “A mí no me pasa, pero entiendo que a algunas personas les puede estresar un poco más”, considera Juanmi Díez, de 33 años, empleado en Good Rebels, que al principio dudaba: “Me parecía un disparate porque pensaba que ya teníamos suficiente libertad para gestionar nuestro tiempo”, afirma.

Joan Sanchis, profesor asociado de Economía Aplicada en la Universitat de València y asesor de la Conselleria de Economía Sostenible de la Generalitat Valenciana cree que si el trabajador está más agobiado, la empresa aplica mal la jornada de cuatro días: “Si la gente va a estar más cansada, no sirve. Lo importante es innovar para corregir las ineficiencias y que ello repercuta en la productividad. Podemos hacer lo mismo en menos tiempo sin agobiar al trabajador”. Sanchis recurre a los datos de la OCDE para justificar su afirmación: los empleados de España están entre los que más horas trabajan, pero su productividad es baja en comparación con Alemania o el Reino Unido.

En España se trabaja 1577 horas al año, en promedio, 245 más que en Alemania y 210 más que en el Reino Unido, pero estos países generan más riqueza. La diferencia se debe en parte a que los países más ricos suelen tener una economía más tecnificada e industrial y empresas más grandes, mientras que en economías como la española tienen más peso sectores más intensivos en mano de obra y la mayoría de las firmas son pymes.

¿Se puede trabajar lo mismo en menos horas? La iniciativa no sale gratis. En la empresa de software Delsol, pionera en aplicar la semana laboral de cuatro días en España, contrataron a más personal para poner en enero de 2020. “La plantilla pasó de 160 a 185 personas para repartir la carga de trabajo”, explica la responsable de recursos humanos, Ana Arroyo, que añade que el objetivo es fomentar la conciliación.

Sanchis explica que en empresas regidas por turnos (como la hostelería o la industria) implementar la jornada de cuatro días exige más personal, pero en otras con un carácter más creativo puede no ser necesario.

En Delsol, para aprovechar el tiempo se han introducido algunos cambios, como reducir de una hora y media a una hora el tiempo para comer e intentar que las reuniones no duren más de 20 minutos. Rocío Ramos, de 41 años, trabaja en atención al cliente: “En ese día libre puedes hacer muchos recados y descansar”, explica. Ramos no cree que el trabajo sea más estresante: reconoce que al principio “es más intenso”, pero luego poder cargar pilas un día vale la pena. “Madre mía, si tuviéramos que volver a los cinco días… nos daría algo”, bromea. Dos años y medio después de poner en marcha la semana de cuatro días, las encuestas entre empleados y clientes de Delson indican una mejora de ambiente laboral y de la calidad del servicio, según Arroyo. Y la empresa ha subido la facturación un 20%.

Conciliar las actividades

El objetivo de la conciliación fue el que llevó a Daniel Magaz, de 47 años, gerente de Toldos Porriño, a aplicar los cuatro días, en septiembre de 2021. “Trabajamos nueve horas al día, es decir 36 semanales, en turnos de lunes a jueves y de martes a viernes”, explica. Se contrató a una persona más. “Durante muchos años fui trabajador de banca e hice muchas horas, pero cuando fundé mi empresa en 2013 mi mentalidad era combinar beneficios económicos y sociales”, explica. “Los cuatro días se hacen de una manera más intensa, la gente se centra más y hay menos tiempos muertos; creo que la cosa va bien: no hemos notado pérdida de productividad”, afirma.

Falta por ver si este tipo de iniciativas solo resultan viables en empresas a las que les va bien el negocio, que además no tienen plantillas muy grandes y cuyos propietarios muestran sensibilidad por los temas de conciliación, o puede generalizarse.

Para los sindicatos es positivo hablar del tiempo de trabajo y en las negociaciones de convenios se presiona para lograr mejoras. “Es una reivindicación fundamental y en muchos convenios hemos pasado de 40 horas a 35 o 37,5, dice Carlos Gutiérrez, secretario de Estudios y Formación de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras.

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Hay modalidades, de todas maneras, muy cuestionadas, como el caso belga. Allí, el Gobierno prepara una reforma laboral que permite, previo acuerdo entre empresa y sindicato, trabajar cuatro días, las mismas horas, con jornadas de entre 9,5 y 10 horas diarias.

“Es una aberración, entre ir y volver a casa, son jornadas muy largas”, opina Gutiérrez. Un caso de éxito es el de Islandia que, entre 2015 y 2019 hizo un experimento para pagar a los empleados lo mismo trabajando cuatro días, y la productividad se mantuvo o mejoró. En Nueva Zelanda se hicieron pruebas y los resultados no siempre fueron satisfactorios. Un estudio de las profesoras Helen Delaney y Catherine Casey, de la Universidad de Auckland, concluyó que, tras el cambio de jornada, algunos empleados sintieron que el trabajo era más estresante y que recibían más presiones para cumplir con los objetivos. Había menos descansos y socializaban menos.

“No sé a qué velocidad se va a implantar esto. No sé si lo vamos a ver en 20 años o va a tardar una generación, como en su momento se extendió el fin de semana de dos días. Pero creo que es imparable. En dos décadas nos parecerá normal trabajar cuatro días”, añade Kike Valdenebro, de 49 años, socio de la agencia de marketing digital. Tiene claro que las empresas que implementan el modelo tienen una ventaja “imbatible” en la selección de personal: “Es más sencillo captar talento cuando ofreces flexibilidad”.

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