Se considera a Shana Blackwel, una cajera del turno de noche de Wallmart en Texas, como la pionera en el uso de Tik Tok para anunciar su marcha de la empresa. Su ‘estrategia’ se hizo viral y inauguró toda una tendencia global.
Hace poco más de un año, la empleada del turno de noche de un establecimiento de Wallmart en Texas, presa del hastío y la frustración por culpa de su trabajo, decidió darle una vuelta de tuerca a lo que se conoce en el ámbito laboral como vómito tóxico, esto es, la queja furibunda de toda la vida contra el jefe, la empresa o los compañeros. Pero Shana Blackwell fue mucho más allá e inauguró lo que hoy es una tendencia creciente: cada vez más personas hacen pública su experiencia de dejar el trabajo anunciándola en Tik Tok con hashtags como #quitmyjob.
Muchos se convierten en celebridades y consiguen cientos de millones de visitas (no está claro que logren también nuevos trabajos) gracias a sus historias en las que combaten a jefes villanos, y la mayoría están editadas con bandas sonoras alegres a pesar del drama laboral que cuentan.
Antes de este uso de Tik Tok para anunciar al mundo el cambio de empresa o el abandono de un puesto, empresas como Shopify, Target o incluso los Detroit Pistons empezaron a considerarse en Estados Unidos pioneras en el uso de esta red social como herramienta de selección de personal para la búsqueda de empleo, y no para anunciar la renuncia a un puesto.
La idea es que la plataforma no está concebida sólo para mostrar vídeos de baile virales, y existe una oportunidad de aportar más valor a la experiencia de las personas. Parece que el uso de estrategias diferentes de búsqueda y currículos extravagantes no ha pasado de moda, y la creatividad, bien medida, podría resultar útil.
Tik Tok puede convertirse en un lugar en el que los reclutadores encuentren a personas con ideas frescas, aunque tal vez esto no sea factible para cualquier posición; todo depende del trabajo al que opta un candidato.
Persiste la necesidad de distinguirse y hacerse visible en un mercado hipercompetitivo, pero no se puede olvidar que la originalidad se nos puede ir de las manos, y habrá que ver si ocurre lo mismo con esta moda de anunciar en la red social, con toda la parafernalia creativa, que uno se va de la empresa o deja el empleo.
Quienes fomentan esta práctica creen que si más personas lo hicieran, más corporaciones prestarían atención a lo que pasa dentro de esas organizaciones y a cuestiones a las que habitualmente no se les presta atención. Básicamente, quienes alardean de irse de su empresa en Tik Tok hacen visible su renuncia para mostrar a los demás que no pasa nada por cambiar de trabajo o de empresa. Y muchos se sienten adalides de un movimiento global para defender a otros profesionales atrapados en trabajos frustrantes en los que son ninguneados o en entornos laborales tóxicos. Muchos de esos vídeos e historias hablan de cómo renunciar a empleos en los que no son valorados. Creen que esto permitirá a otros defender su propia autoestima.
Una marca para siempre
La cuestión es si a pesar de las buenas intenciones, esta práctica de hacer visible la renuncia cumple con las condiciones del saber marcharse de una compañía. Puede que toda esa fama en la red, la carga positiva y las buenas intenciones sean efímeras y limiten las posibilidades de encontrar un empleo en el futuro.
La forma de despedirse de una empresa le perseguirá en otros trabajos y determinará su futuro laboral hasta donde no imagina. Está demostrado que lo que publique, diga (o cante y baile en el caso de Tik Tok) en las redes sociales le perseguirá durante muchos años, y en el mundo profesional y laboral su vida en las redes puede influir en la decisión de futuros empleadores que podrían contratarle… o no, por miedo a que usted pueda repetir lo mismo en Tik Tok.
Además, esa reacción exagerada es propia del que usa constantemente el ultimátum o la amenaza del «me voy de la empresa», tensando la cuerda y planteando órdagos a la propia organización. En tiempos como los actuales de gran desbandada laboral, muchos se replantean su carrera, la permanencia en su compañía y el sentido de su trabajo. Ante esa necesidad de cambio y reinvención, el que utiliza el «me voy» como principio de cualquier negociación ya se ha ido.
Saber marcharse tiene que ver con no hacer descalificaciones como reacción; con no hablar mal de la empresa que se abandona, porque de lo contrario, un candidato no será considerado de confianza en futuros procesos de selección.
Pocos ponen en duda que la manera de salir de una organización es un factor decisivo, y está claro que marcharse de una empresa es mucho más difícil que saber entrar.
Los expertos le dirán que por malo que sea quien le manda, no existe el jefe modélico, el trabajo perfecto, o la empresa ideal. Si decide irse, y lo hace de esta manera, debe analizar también si ha puesto demasiadas esperanzas en otras organizaciones que venden otras ventajas y promesas que tal vez sean sólo escaparates de márketing.
Idealizar las expectativas implica el riesgo de diseñar el propio puesto soñado que se pretende conseguir desde una perspectiva alejada de la realidad. Si espera algo que resulta ser irreal será infeliz y caerá en la frustración.